Me gustan mucho los juguetes didácticos, esos que los niños pueden manipular, que tienen colores, texturas y formas físicas; juguetes que les ayudan a desarrollar sus habilidades motoras, la comprensión lógica y las destrezas manuales.
Me gustan mucho más que los juguetes tecnológicos.
En el colegio donde estudian mis hijos, los niños de II y III nivel de Preescolar y 1ro de Primaria utilizan un material llamado Regletas de Cuisenaire. No voy a explicar bien cómo es el material, ni las muchas formas en que se usan, pues en Google hay bastante información sobre eso. Pero, básicamente, las ocupan para aprender Matemáticas.
Resulta que esas regletas siempre las ha vendido el Colegio, sin mucho agregado, las vendían en una bolsa plástica transparente, son entre 75 y 110 las que usan, aunque se pueden comprar más, porque hay muchas actividades interesantes para hacer con ellas.
Desde el año pasado el Colegio dejó de venderlas, no sé por qué. Este año las pidió de una marca llamada Evaflex, que es una empresa peruana y las distribuye en Nicaragua a través de la Librería Jardín. Un detalle: esta marca vende regletas de plástico, yo prefiero de madera, como las que vendía antes el Colegio.
Resulta que este año ha sido imposible conseguir las famosas regletas. En esa librería están agotadas.
Sé que en Nicaragua hay muchos talleres que trabajan la madera especialmente para elaborar juguetes o cosas pequeñas (no hablo de muebles). Esas regletas me parecen tan sencillas y fácil de hacer con las herramientas adecuadas. Lo único que cuidaría es que la madera sea finamente lijada y que usen pinturas no tóxicas.
Contacté a varias personas, realmente varias, y a la fecha, después de casi tres semanas, no he conseguido a nadie que pueda elaborarlas. Unos ni me contestaron, otros me dieron un precio cinco veces más caros que el que tenía el colegio, otros aún están trabajando en sus costos.
¿Saben? Eso me pone triste. No por el hecho de que mi hijo vaya a clases sin sus regletas, pues no será el único y al final las maestras tendrán que comprender y adaptar sus planes de estudio a lo que hay.
Pero me entristece porque en Nicaragua hay talento, hay materias primas y, en este caso, hay mercado. No sería un nuevo producto que elaborarían para buscar donde colocarlo, no tienen clientes que conquistar, los clientes están ahí, ansiosos por encontrar el producto. Hasta me atrevería a decir que pueden trabajarlo bajo pedido anticipado, con un pago de adelanto. Eso les garantizaría la venta, y no pensarían en tener una inversión que tengan que ver cómo recuperar. Si yo tuviera las herramientas, las habilidades, el tiempo y los conocimientos adecuados, no dudaría en aprovechar esta oportunidad. El nica no prospera porque no quiere. Tenemos una mentalidad bien pobre, no aspiramos a grandes ideales, somos conformistas, no tenemos la disciplina de los japoneses, que los ha llevado a conquistar muchas cosas.
Otros países nos compran la materia prima y la mano de obra, porque Nicaragua es rica en recursos naturales y mano de obra barata. Luego esos países en sus grandes fábricas elaboran muchos productos que después nosotros les compramos. Eso me parece estúpido. Nosotros podríamos ser más prósperos si no sacamos nuestra materia prima y la manufacturamos aquí mismo, en nuestro país y luego los otros tendrían que comprarnos los productos ya elaborados.
Nos dejamos explotar porque queremos.
Por otro lado, también desmotiva que un colegio introduzca técnicas de enseñanza que por muchos años sólo se aplicaban en colegios de élite, en escuelas tipo Montessori, técnicas que hacen que el aprendizaje sea de primera. Desmotiva querer enseñar esas cosas y que no encuentren los materiales adecuados.
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